lunes, 25 de abril de 2011

DEL FOLKORE AL FLAMENCO EN CUATRO PASOS

 El padre de Chus Fernandez me decia con toda la naturalidad de quien habla de un vecino,que todos los años  nada menos que la NIÑA DE LOS PEINES cantaba una saeta al Prendi (paso del Prendimiento) desde el balcón de su casa,una casa situada en el barrio popular de Santiago,en Jerez, y para él era ya un evento esperado cada año de la Semana Santa, uno más entre los muchisimos otros: el Gloria, Torre, Sordera, Sernita,Terremoto, que durante el año iban componiendo su amor por la cultura flamenca en esa inimitable ciudad de Jerez de los Caballeros que junto a Cadiz, tanto Flamenco produce y ha producido a lo largo de la historia. Al igual que comenta como en Madrid iban a escuchar en los bajos de un Hotel,de cuyo nombre no puedo acordarme, los ensayos del mismisimo Camarón cantando y Paco de Lucia, a la guitarra, cuando apuntaban más maestría que reconocimiento ,y que se  tomaban los finos o los cubatas comentando las incidencias de cada interpretación. Este tuteo con los maestros,desde la más tierna infancia no deja de darme una sana envidia.Durante mucho tiempo el flamenco para un niño,o joven de las Galicias,era un género folklorico,distante,que sonaba a todo lo contrario de lo que luego he descubierto,escuchaba una voz domesticada por el sistema ,anclada en las tradiciones y limitada a unas reiterativa lista de canciones más virtuosas en la forma que en el fondo..y así hasta que ya adulto y casualmente entré en el bar España de la Unión,al atardecer ,tras una sesion de trabajo intenso en la zona,y de repente un hombrecillo empezo con un grito inesperado,ante un vasito de vino, que silenció de forma casi religiosa a los asistentes,quienes le siguieron con los nudillos de la mano en las mesas de madera,al ritmo de martinete.Su texto era tan diferente a lo que yo conocía,hablaba del dolor de la mina,de la estrechez de su vida,de las burlas del destino.Su voz era sobria y profunda como los rasgueos de una guitarra.Salí impresionado y desde entonces empecé este catecumenado flamenco,del cual no he salido todavía ,de este arte que forma parte del Patrimonio de la Humanidad,y es obra de las multiples situaciones del pueblo eminentemente gitano ,pero cuyo dolor se
hace  universal en el cante
.

Luego he comprobado que dicho tuteo con el flamenco no era tan insólito,ya en mi recordado profesor de Filosofía Juan Blanco,a cuyas lecciones asistí durante unos quince años,tenía como buen sevillano cuatro puntos débiles por los que podía abandonar su profundidad filosófica habitual :la primera era la Niña de los Peines,y reiteraba los juicios sobre su grandeza citando a  Antonio Mairena. Inevitablemente salía Pepe Pinto, el otro miembro de aquel matrimonio flamenco,y  seguían las anécdotas con personajes de su Sevilla natal,  sobre la  seguiriya, la soleá, la caña, el polo o la petenera en las que aparecían toreros, cafés, el Ateneo,su maestro y los tipos graciosos de habla certera, en fin ,esa suerte de vida sevillana que todos querriamos conocer,sentir y vivir.
Otro punto de fuga eran los toros,en especial Curro Romero,de quien podía describir algunas corridas con argumentos del propio Maestro.
El Tercero eran las procesiones de Semana Santa,esa mezcla de olores ,color,pueblo,en el marco de las calles concretas:cuando el Nazareno sube por la calle...y comienza una corriente de aire a mover las velas y el rostro torna su humanidad...en fin era muy extraño de quien podía veinte minutos antes  cuestionar los conceptos divinos en los complejos textos de Duns Scoto o del mismisimo Plotino en sus Eneadas,pudiera ser tan diferente como receptor de sensaciones y sensualizaciones mediterraneas,de aquella imágenes subiendo por las estrechas calles del laberinto procesional sevillano y otras cosas que no digo porque no he logrado entender todavía.
De cuando en cuando salía el seguimiento del Betis,en el marco de las postguerra lo que daba lugar a unas narraciones muy ilustrativas de aquella época,de tipos pintorescos,sus discusiones en el Ateneo,salían sus alumnos principales como aquel Alfonso(Guerra)tan diligente y curioso,al que venía a buscar siempre,el compañero Isidoro(Felipe Gonzalez)al que no logró interesar en Filosofía alguna,creo que sólo leyo el Criterio de Balmes,muy joven y porque se lo regalaron sus familiares con no sé qué motivo.
Finalmente podía salir,como en dos ocasiones, la sombra de la guerra,las tristezas veladas de su orfandad,la represión,sus figuras con nombres y apellidos y cómo no el periodo de encarcelamiento y fusilamiento de su padre en la Plaza de Toros de Badajoz,mientras él cumplía entonces los cinco años de edad.