He vuelto a ver la Película de Corin, BOMBOM LE CHIEN,e inevitablemente recordar los paisajes irrepetibles de la Patagonia,de sus interminables carreteras,de su dependencia de los grandes recorridos conduciendo más de dos días para llegar a la Capital,la gran urbe,Buenos Aires,en un repaso lento e inconmensurable de la geografía finisterraquea.
La sociología de Punta Arenas es previsible por su situación y aislamiento,pero no así el aire europeo de principios de siglo tan unido al ejercicio de la ganadería germánica implantada,las pieles y curtidos de la fauna de la zona,y las vías que seguían descubriendo estos pioneros del Estrecho,que en duras condiciones atmosféricas abrieron pasos,asentaron puntos de abrigo,y facilitaron las rutas hasta que el Canal de Panamá se generalizo,sin dejar de constituir un punto geográfico inevitable en el curriculum de un navegante.De hecho me extrañó encontrarme con el Hotelito afrancesado,y que entre sus anécdotas históricas aparecía la estancia del Rey de España, Juan Carlos de Borbon, así como el exhaustivo desayuno bufet,mas propio de las exigencias calóricas del medio que de las indicaciones de cualquier dietista, pero eso si con marisco,pescado y carne más que excelente.
La cortesía de las gentes,su acento con resonancias infantiles,pacientes y agradables consiguen dar un inolvidable trato a quienes han pasado mas de 72 horas intentando llegar a lugar tan escondido y con razon,pues el tesoro esta asegurado:pinguineras,cruce de ballenas,paisajes canaleros,hablan de un Chile todavia poco conocido,entrañable y placido en su inmensa grandiosidad natural.
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